about the traveller
James A. Rankin, an American from Illinois, decided to embark on his own adventure after reading the experiences of Alexander Von Humboldt. He left home in Menard County (IL) on December 24th, 1855, and sailed from New York on the Sophia Walker, captained by C. R. Moore. His purpose was to arrive in Chile, “in search of adventures far beyond the line, and beyond the land where the palm waves and the magnolia blooms”, in his own words. He passed through Canada, the Western Islands, the Virgin Islands and Bermuda; stopped for a few days in Rio de Janeiro and continued along the Atlantic coast until he crossed Cape Horn. Finally, he arrived in Valparaíso in October 12th, 1856. From then on, he undertook numerous trips in the Chilean territory, touring from north to south and taking notes on its varied geography and the grandiosity of its landscape, its population, customs and traditions.
Little is known about the traveler; the information provided about himself in his personal journal is very scarce. He was 23 and apparently wasn’t married nor had any children.
Rankin was quite an enlightened man. During the trip, he read Thomas Macaulay’s The history of England and Mary Wallis’ Life in Feejee or, five years among the cannibals and repeatedly quotes the poetic works of William Shakespeare, Thomas Gray, Robert Burns, Henry Sewell Stokes and Lord Byron. He was well versed in the sciences of navigation and had good command of nautical terms. He had also read the diaries and studies of various travelers, scientists and naval officers, such as Alexander Von Humboldt, Oliver Goldsmith, Francis Drake, John Cook, Walter Colton, Frederick Marryat, Matthew-Fontaine Maury, Henry Hudson, Basil Hall, William F. Lynch and John Ledyard, although his journey was far from being a scientific one. Rather, it had its origin in a personal curiosity to seek the adventures and indulgences that destiny presented, only with sufficient planning to go on travelling. In this romantic spirit there is an evident influence of Humboldt’s account, as expressed on the first page of his journal: “probably no writer ever made a greater impression on my mind than Humboldt. In him I beheld the perfect type of scientific traveler; hardy, enthusiastic and untiring”.
He died in 1870, in a railway accident in the North of Chile. His body rests there, while the rest of his family are buried in the Indian Point Cemetery (Athens, Illinois).
En 1855, James A. Rankin, un americano de Illinois, decidió emprender su propia aventura tras leer las experiencias de Alexander Von Humboldt. El 24 de diciembre de ese año dejó su casa en el condado de Menard (IL) y se embarcó en Nueva York en el Sophia Walker, al mando del Capitán C. R. Moore. Su propósito era llegar a Chile, “en busca de aventuras más allá de los límites y más allá de la tierra donde la palma se mece y la magnolia florece”, según sus propias palabras. Pasó por Canadá, las Islas Occidentales, Vírgenes y Bermudas; se detuvo unos días en Río de Janeiro y siguió por la costa atlántica hasta atravesar el Cabo de Hornos. Finalmente, llegó a Valparaíso el 12 de octubre de 1856. A partir de entonces, emprendió numerosos viajes en el territorio chileno, recorriéndolo de norte a sur y tomando apuntes sobre su variada geografía y la grandiosidad de su paisaje, su gente, sus costumbres y tradiciones.
Sobre el viajero se sabe poco; es muy escasa la información que da de sí mismo en su diario. Inició su viaje con 23 años, era soltero y, aparentemente, no tuvo descendencia.
Rankin era un hombre bastante ilustrado. Durante su viaje, leyó The history of Engalnd de Thomas Macaulay y Life in Feejee de Mary Walilis, y citaba reiteradamente las obras de William Shakespeare, Thomas Gray, Robert Burns, Henry Sewell Stokes y Lord Byron. Era muy versado en las ciencias de navegación y manejaba bien los términos náuticos. También había leído los diarios y estudios de distintos viajeros, como Alexander Von Humboldt, Oliver Goldsmith, Francis Drake, John Cook, Walter Colton, Frederick Marryat, Matthew-Fontaine Maury, Henry Hudson, Basil Hall, William F. Lynch y John Ledyard; sin embargo, el suyo distó mucho de ser un viaje científico. Más bien tuvo su origen en una inquietud personal por buscar las aventuras y complacencias que el destino le presentase, sin más planificación que la que le apeteciera al viajero en ese momento. En este espíritu romántico hay una evidente influencia del relato de Humboldt, como se expresa en la primera página del diario: “probablemente, ningún escritor hizo jamás una mejor impresión en mi mente que Humboldt. En él contemplé el perfecto tipo de viajero científico; resistente, entusiasta e infatigable”.
Murió en el norte de Chile, en 1870, trabajando en la línea férrea. Allí descansa su cuerpo, mientras que el resto de sus familiares están enterrados en el cementerio de Indian Point (Athens, Illinois)